Noticia Caritas

Juntos por la justicia social

La justicia social se basa en los principios de equidad, el bien común, la dignidad y el respeto hacia los derechos humanos. Esta se promueve cuando se brinda igualdad de oportunidades, superando las barreras de género, edad, raza, religión, cultura, discapacidad o condición socioeconómica, y solo puede conseguirse sobre la base del respeto a la dignidad de las personas.

En cambio, cuando los derechos fundamentales de una persona son vulnerados, impidiendo que pueda satisfacer sus necesidades básicas, se genera la inequidad. Pero cuando esta se produce debido a un accionar individual o colectivo que podría ser evitado o revertido, hablamos de una injusticia social.

La pobreza y la discriminación son injusticias que fomentan un futuro desigual para los niños y niñas. Lo que se traduce en la falta de oportunidades que les permitan mejorar su calidad de vida, sin expectativas de desarrollo personal y profesional, perpetuando así la desigualdad.

Debemos ser conscientes que muchas de esas barreras se generan por nuestro propio accionar, por eso, cada uno de nosotros, sin excepción, debe considerar al prójimo como “otro yo”, cuidando de su vida y los medios necesarios para vivirla dignamente, especialmente cuando estos están más necesitados en cualquier ámbito de la vida humana.

“La igual dignidad de las personas exige que se llegue a una situación de vida más humana y más justa. Pues las excesivas desigualdades económicas y sociales entre los miembros o los pueblos de una única familia humana resultan escandalosas y se oponen a la justicia social, a la equidad, a la dignidad de la persona humana.” (Catecismo de la Iglesia Católica)

¿Cómo trabaja Cáritas Lima para promover la justicia social?

Como organización social y pastoral, estamos comprometidos con la dignidad humana y el bien común, enfocando nuestro trabajo principalmente en la asistencia alimentaria a poblaciones en condición de vulnerabilidad, especialmente en este año 2023, en donde se están presentando señales muy visibles de hambre y emergencia alimentaria en nuestra ciudad.  

Un reciente estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), revela que 6,8 millones de peruanos no pueden acceder a por lo menos una ración de comida al día, es decir, la cuarta parte de nuestra población se encuentra en situación de inseguridad alimentaria grave. Frente a esta situación, resulta evidente la necesidad de buscar soluciones que contrarresten los efectos del hambre a favor de la vida.

Por eso, en Cáritas Lima, trabajamos de la mano de la comunidad parroquial de nuestra jurisdicción y la sociedad civil para implementar acciones que permitan que la ayuda llegue a las personas que realmente lo necesitan, a través de una ruta solidaria y de hermanamiento. Las parroquias de las zonas vulnerables se encargan de mapear y contactar los espacios de atención alimentaria (ollas comunes y comedores parroquiales) con mayor pobreza, con el fin de que la distribución de las donaciones (recaudadas mediante otras parroquias solidarias) sea justa y acorde con las necesidades.

Por otro lado, para contribuir a erradicar las brechas de la desigualdad, también promovemos programas de aprendizaje y capacitaciones, como el programa Cocinas Solidarias y Saludables o el Programa Economías Solidarias, campañas de salud y proyectos de desarrollo social. 

Somos conscientes de que las personas en situación de pobreza o pobreza extrema sobreviven concentrando sus esfuerzos en su lucha contra el hambre, a pesar de que tengan muchas otras necesidades. Por esta razón, nuestra labor se centra en brindarles el apoyo que requieren para que ellos/as mismos/as puedan ser los/as protagonistas de su progreso personal, el de sus familias y de sus comunidades, pues, como cristianos, reconocemos que nuestro deber de servir activamente a nuestros/as hermanos/as es mucho más apremiante cuando estos están más necesitados.

Algunos datos para reflexionar sobre la condición de nuestros/as hermanos/as en situación de pobreza:

  • La tasa de deserción permanente en educación primaria y secundaria de 2019 a 2021 fue del 61.8% y el 73.4%, respectivamente. (Diario El Peruano)
  • De 149 000 estudiantes que abandonaron estudios en 2020, solo el 38.7 % estaba matriculado al final del año 2021. (Defensoría del Pueblo)
  • En el primer trimestre del 2022, el 10,8 % de adolescentes entre 14 a 17 años solo trabaja y el 22,2 % estudia y trabaja. Registrándose un aumento del 0,5 % con respecto al 2021. (INEI)
  • 16,6 millones de personas en el Perú, más de la mitad de la población, se encuentra en inseguridad alimentaria moderada o severa, es decir, no puede acceder regularmente a alimentos suficientes, seguros y nutritivos. (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura)

 

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